julio 28, 2014

Admitiendo

Y allí estaban mis padres hojeando el periódico, pasando el dedo por una lista de 200 personas, y yo con mi cara de poker. Sí, fui feliz porque fui aceptada en medicina, pero mis variados trastornos me impiden expresarlo notoriamente. E ingeniería en sistemas computacionales tuvo que perderse de mi presencia.
No profundizaré a propósito mucho sobre esta etapa, ya que simplemente era una adolescente más. Pero allá llegue. A una ciudad completamente extraña, que mi memoria consideraba inexistente, si a la ciudad capital del estado de Zacatecas.
Después del episodio de depresión de seis meses de duración, logre sobrevivir, y armar una serie de recuerdos tan vívidos y entrañables.
Sobra decir que entrar a un mundo completamente desconocido asusta. Difícil ese proceso de adaptación de encontrar un mejor método de aprendizaje. Por lo menos sacrificar horas de sueño no era una opción para mí. Los libros gigantes no ayudan, y no contar con acceso a internet en mi pequeña morada complicó realmente las cosas.
Y se presento el primer fracaso visible de la carrera, tener que repetir todo un año por anatomía. Triste que las ventajas siempre existan, y los ogros humanos también. Pero se logra avanzar, por más lento que parezca.

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